Unas gotas más de su esencia.
Por José Ramón González.
Llega un momento para algunas bandas de música en el que ya no importa que su nuevo disco sea mejor que el anterior, pues todo lo que publican forma parte de una misma historia, de una forma de entender la música con ciertas características y un nivel de exigencia y honradez que todo aficionado reconoce y admira. Lo he comentado en otras ocasiones: estas bandas están por encima de calificaciones, juicios o comparaciones. Sólo importa que tengamos otro nuevo álbum para poder disfrutar con su música.
Esa conexión mágica que se produce entre artista y aficionado, una conexión emocional, pues lo que consiguen mover este tipo de músicos no es ni más ni menos que las emociones, es ya para siempre. Por eso es difícil expresar el entusiasmo por el que se deja llevar uno cuando recibe la noticia de que Thunder van a publicar otro disco. No hay dudas ni inquietudes sobre el nuevo álbum, sólo la espera para comprobar cómo lo han hecho esta vez, qué tuerquita han girado para ofrecer otro puñado de canciones que expriman unas gotas más de su esencia. Si cuando ellos han terminado de grabar la última nota de la última canción de su disco han sentido una satisfacción parecida a la que he tenido yo cuando dejó de sonar “There’s always a loser” al final del álbum, ya pueden estar contentos.
Han logrado sacar adelante un álbum completísimo, muy trabajado y detallista en la ejecución, con un sonido bárbaro de una limpieza espectacular. Los seguidores más fieles reconocerán ecos de su sonido en estas nuevas canciones ˗riffs de guitarra, melodías o notas en los solos, como en el de “Tumbling down”˗, retazos de su personalidad de la que han ido dejando huellas en toda su obra. Igual que el sonido de la batería de Harry James casi nada más empezar al disco, algo difícil para un profano en ese instrumento. Eso es conexión.
Algunos rasgos de este nuevo trabajo lo enlazan con anterior Wonder days: por un lado la presencia de Led Zeppelin en varios momentos de las canciones de Rip it out, ˗”Tumbling down”, las guitarras y el ritmo de “No one one gets out alive”, la batería de entrada de “There’s always a loser”˗ sin que nada suene a Led Zeppelin. Es como si en su cabeza estuvieran Zeppelin pero en sus dedos, brazos y voces solo existiera Thunder. Por otro la ausencia casi general de coros en el disco, esos coros tan reconocibles de la banda que no están siempre, pero que cuando lo hacen parecen imprescindibles. Aquí entran en muy pocas ocasiones, a cambio han contado, como en el anterior, con voces femeninas como en “She likes the cocaine” o “Tumbling down”. En cambio el piano y el órgano parecen reclamar un mayor protagonismo. Las guitarras de Luke Morley y Ben Matthews a lo largo del disco son, como siempre, magistrales; el impagable Chris Childs vuelve a regalar fantásticas líneas con su bajo apuntando notas brillantísimas.
Y las canciones maravillosas todas, y en conjunto una de las colecciones más soberbias de buen gusto, sabiduría y hasta pureza me lanzaría a decir, que se pueden encontrar. Esto es rock, esto es música, esto es corazón y alma. En cada una de las canciones del álbum hay un compromiso de sinceridad, de exigencia, de honradez, un compromiso con lo auténtico que emociona, que hace sentir al que las escucha que es importante, que estos músicos lo toman en serio y que le ofrecen una parte vital de sí mismos. Que la música es igual de imprescindible para ambos. Sirva de ejemplo “Right from the start”, en la que buscan formas diferentes de dibujar sentimientos en esforzados escorzos melódicos que resultan conmovedores en su expresividad. Esto se sublima en el minuto y medio final en un precioso desarrollo instrumental.
Por citar algunas, la adictiva “She likes the cocaine” se hermana con “Shakedown” en una de las más tradicionales composiciones del ADN de Thunder. “Heartbreak hurricane” ofrece un juego de cuerdas fascinante y unas sugerentes melodías con un Danny Bowes que, para qué insistir, está brutal. El blues de carretera, con Tom Petty & The Heartbreakers llamando a la puerta trasera de mis resonancias, tiene su momento de éxtasis en la intensísima “In another life”, mientras que el funky de ritmos entrecortados disfruta de unos gloriosos minutos en la ya imprescindible “The chosen one”.
Thunder están en uno de los momentos más inspirados de su carrera, un momento perfecto de madurez y con la inquietud y las ganas de seguir avanzando, sin miedo a nada. Podría decir que esto es lo mejor que han grabado en su carrera… si no fuera porque llevan haciéndolo desde hace más de veinticinco años.
THUNDER:
LUKE MORLEY: Guitarra, teclados y coros
DANIEL BOWES: Cantante y coros
BEN MATTHEWS: Guitarra y teclados
CHRIS CHILDS: Bajo y baile
HARRY JAMES: Batería y percusión