Espíritu del sur.
Por Carlos Bayón.
Cuarto álbum de estos chicos, que aunque por sonido parezcan americanos, vienen de Alemania. Este disco es de los que no coge prisioneros, caña por un tubo pero con su puntito melódico.
Siempre me sorprende como muchas de las bandas nuevas recrean tan perfectamente el sonido de los 80 y de principios de los 90, que parezca que lo estás escuchando en los mejores momentos del movimiento, y otras bandas que vienen de esa época, no son capaces ni siquiera de acercarse a lo que ellos mismos hacían en su tiempo, y ahora se pierden en batiburrillos sonoros sin pies ni cabeza, ejemplo, el nuevo disco de Roxy Blue.
Influencias de Bon Jovi, Lynyrd Skynyrd o Aerosmith y su desparpajo juvenil, hacen de este Nothing But Wild una escucha muy recomendada, y uno más de los discos que sería pecado no hacerse con él. La verdad que no llevamos mal año en cuanto a calidad de los discos, una pena que su repercusión sea mínima, porque el esfuerzo de bandas como ésta merecen mucho la pena.
La verdad que sólo puedo decir que me encanta, desde que la primera canción, “Soundtrack of my Life”, entra como un tiro con un aire sureño a lo Van Zant, hasta las acústicas que cierran el disco como bonus tracks en la edición especial, no he podido dejar ni un momento de prestar atención a este viaje por el sur de los EEUU que nos proponen los alemanes.
En este disco, la banda da el todo por el todo, y se acerca más que nunca a ese sonido hard rock sureño, contagioso, directo y hecho para hacer saltar a la gente de sus asientos; las canciones van al grano y en cierto modo pueden sonar simples, pero, ¿no es eso el rock n’ roll también? “Can’t Stop Rock n’ Roll” recupera el groove de unos Aerosmith rejuvenecidos; “Down By The River” nos transporta a una melancólica estampa de tiempos pasados, que por temática y sonido nos puede recordar a una versión más acelerada del “Blood on Blood” de Bon Jovi o al “Photograph” de Nickelback, en directo debe sonar como un cañón; “Nothing But Wild”, con una voz mas cazallosa, podría haber estado perfectamente en el Long Cold Winter de Cinderella, otra que en directo hará mover hasta al más escéptico.
“Heartache” nos sigue llevando por esos áridos pasajes del sur de los Estados Unidos, todo aquí suena a viaje, a quemar gasolina, a libertad. Con “The Bullet” la cosa se tranquiliza, con una power ballad que derrocha sentimiento y melancolía, buen tema para parar la avalancha de la que veníamos, y que vuelve en menor medida con el medio tiempo “Running Out of Heart”, quizá demasiado trillado, suena a canción ya oída muchas veces. Aun así no desentona con el resto. “Unknow Territory” continúa en la línea de la anterior, con un gran estribillo y unas buenas líneas de bajo y guitarras que en ciertos momentos recuerdan a los Nickelback más melódicos. La cosa se pone más macarra en “As The Crow Flies” con un sonido ochentero con aroma a The Cult del Sonic Temple, muy buen tema, contagioso, sin complejos, de lo mejor del disco. Guitarras más pesadas las que abren “Give & Take”, que continúa con el nivel muy alto con ese rollo country rockerizado. El medio tiempo “The Only Thing” pone la nota tranquila en la que The New Roses se ponen más Bon Jovi/Springsteen que nunca, y nos presentan un tema que sigue la marca de la casa, con otro gran estribillo.
En “Meet Me The Half Way” sí que tiran por la calle de en medio y las tesituras country se muestran sin tapujos, en un tema acústico que vuelve a sonar en ciertos momentos a los Bon Jovi más tranquilos y vaqueros, buen tema sin más para casi ir cerrando el disco, que acaba con “Glory Road”, que vuelve a sonidos electroacústicos, y que en el tratamiento de la voz hasta me recuerda a la de Darren Wharton de Dare en canciones del Out Of The Silence, aunque siguen con su rollo country, hay melodías que recuerdan a las partes celtas de ese gran disco.
La edición Deluxe se completa con dos canciones acústicas, desnudas, totalmente desenchufadas. Una es la versión de “Down By The River”, que como curiosidad está bien, pero no supera la versión eléctrica, y la otra es “Fight You Leaving Me”, igualmente despojada de cualquier tipo de electricidad, sólo voz y guitarra, que no está mal, pero tampoco dice mucho.
Disco muy recomendable el de estos alemanes, que han conseguido un sonido que para nada es propio ni original, pero que lo hacen muy bien. Guitarras duras, macarras, con ese punto de sensibilidad que le da el country, y que supera con mucho sus anteriores discos.
Para mí supone una gran alegría que las nuevas bandas sigan reivindicando un sonido que fue grande hace tantos años, y que ya ni siquiera las bandas de la época intentan recuperar, tirando casi hacía sonidos extraños para ellos, y sus fans, pero que son supuestamente modernos y les ponen en la nueva ola.
Lo dicho, un 10 para estos alemanes, que estarán tocando por Madrid en febrero, por si alguien quiere ver como se lo curran en directo.
THE NEW ROSES:
TIMMY ROUGH: Voz y Guitarra
NORMAN BITES: Guitarra
HARDY: Bajo
URBAN BERZ: Batería