¡Otra vez no, Trev!
Por José Ramón González.
Trev Lukather lo ha vuelto a hacer. No lo digo en el sentido con el que se suele utilizar esta frase para significar que ha lanzado un gran nuevo álbum, que también (hablaremos de ello después), sino a que nos entrega el resultado del trabajo de una banda que ya no existe, como ocurrió con el de Levara de 2021. Recuerdo perfectamente la frustración, el placer interrumpido, el babeo pavloviano al saber que esas canciones eran lo primero y lo último que escucharíamos de aquella banda que proyectaba una alucinante ilusión de futuro. Lukather se ha preocupado estos días de comunicar que la fabulosa banda con la que ha grabado el disco de este, aquí sí apropiadamente llamado, proyecto—del que afirma estar muy orgulloso— estaba formada por músicos tan buenos que no pueden permanecer en el grupo pues sus servicios son requeridos en muchos otros sitios. Es decir, que The Effect ya no existe, aunque el músico asegura tener en mente hacer una gira en 2025 para tocar las canciones de The Effect, que no del grupo The Effect. Así pues de nuevo el aplauso y la decepción se pasean arrogantes delante de nuestros ojos y oídos para restregarnos el «lo escucharás pero no lo catarás». Que seguramente, de continuar como banda, no los veríamos por aquí, pero al menos sabríamos que seguirían en activo, progresando como músicos y como grupo, desarrollando ideas, evolucionando en su estilo y creando, con lo que podríamos esperar otro álbum con nuevas canciones. Pero ya no.
A pesar de este pueril y desenfadado, aunque razonablemente justificable, enfurruñamiento (comprendo que aún hay personas que no se toman la afición a la música en serio) lo justo es valorar el resultado del trabajo realizado por estos músicos de los que Lukather y el batería Nic Collins, hijo de otro ilustre batería de nombre Phil, constituyen el núcleo impulsor y los referentes más reconocibles. Y es que el disco de The Effect es bueno, muy bueno —si no lo fuera el párrafo anterior no tendría sentido—. En él podemos reconocer con suma facilidad ya los rasgos de personalidad de unos músicos que muestran una madurez creativa muy asombrosa. Los ritmos —aspecto de relevante acento en el disco de Levara— rotundamente marcados por el bajo y la batería a cargo de Josh Paul y Collins que es brutal, las armonías vocales, los coros impactantes, y la indiscutible técnica instrumental hacen de The Effect algo espectacular. Aunque admito que me costó entrar en el disco, quizás porque el sonido me resultó un poco saturado y eso me hacía la escucha algo extenuante. Una vez rota esa barrera —puede que también psicológica por el mosqueo que tenía a causa de la información acerca de la desaparición de la banda—, todo lo demás es placer, y además placer expansivo: cuanto más se escucha el disco más adictivo se vuelve, pues eso de ir retirando capas e ir descubriendo una obra tan extraordinaria no puede generar más que adicción. Saben combinar los elementos representativos de la modernidad sonora con la sabiduría de la tradición del rock melódico, el funk, el soul, el pop, el AOR… buf, aquí hay de todo. Canciones maravillosas, inolvidables, potentes, complejas al tiempo que fácilmente recordables. Un cantante, Emmett Stang, deslumbrante y sobradísimo de recursos, y los imprescindibles teclados de Steve Maggiora que cubren todo el amplio rango de estilos desde el clasicismo a la actualidad casi discotequera.
Lo que parece claro es que las perspectivas de que las bandas en las que se implica Lukather se mantengan estables son bastante reducidas, por lo visto hasta el momento, a pesar de estar siempre bien rodeado de otras criaturas que absorben el talento de sus progenitores (en Levara estaba acompañado al principio de Sam Porcaro) de manera tan natural como excelente, que son capaces de crear obras magníficas, respetuosas con sus antecedentes al mismo tiempo que innovadoras y arriesgadas, sin verse constreñidos por estilos o géneros. Seguramente la causa de todo sean los tiempos infames para el arte que nos toca sufrir, la inestabilidad del negocio o la insalvable disyuntiva de los propios músicos al tener que elegir entre el trabajo remunerado como currantes para otros que les proporciona cierta seguridad y el riesgo de tirar de una banda nueva que, sin duda, tendría que pasar por dificultades para mantenerse a flote. Sea como fuere disfrutemos de esta nueva obra que afortunadamente ha visto la luz a pesar de los contratiempos —y a la que nosotros también tendremos dificultades para acceder en su formato físico— y esperemos que los culos inquietos de sus creadores mantengan la electrizante energía e impulso para seguir inventando canciones como éstas y deleitándonos. Que no se resignen, que no capitulen. Tan innegable e inevitable es la sensación de frustración que podemos sentir los aficionados al contemplar cómo se truncan carreras tan excitantes como evidente la constatación de que cada proyecto que ha sacado adelante Lukather, y los músicos que se han implicado en sus proyectos, constituyen, tanto los mencionados Levara como The Effect, de los más brillantes de los últimos años. Después de todo, no podemos considerar esto como menos que un regalo.
THE EFFECT:
NIC COLLINS: Batería
TREV LUKATHER: Guitarra y coros
EMMETT STANG: Cantante
JOSH PAUL: Bajo
STEVE MAGGIORA: Teclados
