Sala Cool Stage, Madrid.
Por José Ramón González y Gema Pizarro.
En algo estamos de acuerdo los músicos de Somas Cure y yo, y es que Éter, seleccionado por quien esto redacta como uno de los mejores discos de 2017, ha conseguido atraer la atención de quienes no seguían antes a la banda. De eso están ellos bien satisfechos, con razón. Y nosotros también, pues hemos conocido a una formación con mucho carácter, muchas ganas, y cuya energía se desprende y contagia todo lo que pille a su alrededor.
Pero no sólo han conseguido llamar nuestra atención sobre el grupo, sino que nos facilita el acceso a un estilo que no frecuentamos, así que el agradecimiento es doble.
Somas Cure abrían prácticamente el año de conciertos con un bolo en Madrid junto a Morphium y Ankor, otras dos bandas que van haciéndose un nombre pero a las que no llegamos a ver. Había muchas ganas por ambas partes y aquello no decepcionó.
No por habitual debemos pasar por alto el consabido mal sonido de los conciertos de rock que privilegian el disfrute visual sobre el auditivo. No podemos conformarnos y tenemos que seguir exigiendo que podamos disfrutar de los conciertos de rock en condiciones, y que podamos escuchar a las bandas y no solo verlas.
Cuando salieron al escenario Somas Cure el recibimiento fue triunfante, a lo que ellos respondieron de igual manera. Salían con muchas ganas y se notaba. Uno de los aspectos que sorprende es la calidez que transmite la banda hacia su público, una cercanía y una atención que, por dejarse llevar por los tópicos, no se espera de un grupo que practica un género musical tan potente y agresivo. Prácticamente los cinco integrantes se comunican y animan a los aficionados. Puede que esa sea una de las bazas con las que cuentan. Además, el hermanamiento y consideración hacia las dos bandas que los acompañaban no hace más que reforzar la idea del carácter de estos músicos.
La sala contaba con una pantalla en la que se veían los títulos de las canciones, montajes de imágenes e incluso algún videoclip. Por supuesto, la mayoría del set estaba sembrado de las canciones de su último disco, ejecutadas con precisión, aunque como digo el sonido no permitió el total disfrute de ellas, si bien la entrega de cada uno de los músicos era innegable. Quizás en “Dunas de Marte” noté que la interpretación era ligeramente más lenta. No importa mucho, es un temazo en cualquier caso. Igual que lo son “Leviatán”, “Kelt”, Adicta”, “Ceniza”… más algunas canciones de sus anteriores trabajos como “Helios”, con la que cerraron el concierto, muy esperada por el público.
Precisamente llegando hacia el final se percibía más energía, un creciente ánimo que resulta admirable, pues como digo, se percibe la entrega en cada segundo del concierto. Mantener e incluso aumentar esa tensión es muy de agradecer. Energía compartida que cada uno nos llevamos de allí gracias a una banda de músicos que tiene mucha y de la que entrega generosas raciones a los que se presten a verlos y escucharlos.