Un buen trabajo dentro de una experiencia poco electrizante.
Por Javi Segura Ruiz.
Fue la década de los 90 una época que conforme iba avanzando se convertía cada vez más complicada para la supervivencia de las bandas que profesaban el hard rock clásico, ochentero o convencional; la eclosión del grunge y sus tendencias similares las encaminaban al casi anonimato si no adaptaban su música a las modas contemporáneas del momento aún a riesgo de las duras críticas que muy posiblemente verterían sobre ellas sus más acérrimos seguidores; sea como fuere, en la mayor parte de los casos había que hacer frente al escollo, pues la presión de las discográficas hacía también su “trabajo”, por lo que pocas opciones se presentaban para la mayoría de esos grupos, siendo por ejemplo en Europa Thunder de las escasas bandas que no sucumbieron a ello y por suerte siguieron a lo suyo, que para eso son los grandes que son.
Es evidente que esta disyuntiva le afectó de pleno a Skin, la banda británica que venía de editar ya en plena tormenta mundial de cambios (1994) su obra homónima caracterizada por completo por el hard rock melódico, directo y comercial y que pese a ello obtuvo un notable éxito de público y crítica, (el año anterior ya habían difundido un EP con algunos temas de la misma y que les sirvió para girar como teloneros de Thunder y Little Angels); temas como “Look But Don’t Touch”, “House of Love”, “Money”, “Raised on Radio” o “Nightsong” daban cuenta de ello así como las baladas “Wich Are The Tears” y “Wings Of An Angel”, ambas con unos grandes coros femeninos que acompañaban la desgarrada y poderosa voz de Neville MacDonald, su fantástico vocalista incomprensiblemente infravalorado y por el que siempre he mostrado mi absoluta debilidad, y que junto a las seis cuerdas de Mike Gray (ex Jagged Edge) configuraban el alma mater del grupo siendo ambos los compositores de todas las canciones; Andy Robbins al bajo y Dicki Fliszar a la batería completaban una consolidada formación.
Como dato curioso también se publicó otra edición de “Skin” con un segundo CD de bonus tracks como “Funkified”, “Monkey” o “Good Good Lovin’” y muy interesantes versiones como las rockeras “Express Yourself” de Madonna, la estupenda “Hangin’ On The Telephone” de los angelinos The Nerves, (donde la voz de MacDonald se muestra pletórica, así como las guitarras de Gray), y otras más convencionales pero igual de buenas como “Unbelievable” o “Should I Stay Or Should I Go”.
Pero llegado 1996 no había margen para más concesiones y con “Lucky” se adentraron en un estilo más oscuro y por ende menos inmediato y accesible; pese a ello, temas como “Spit on You”, “How Lucky You Are”, “Perfect Day” o “One Nation” eran incluso más potentes que en su primer álbum, pero otros como “Let Love Rule Your Heart”, “No Way Out”, “Juliet”, “Escape From Reality” o “Pray” necesitaban de más paciencia y escuchas por su sonido y melodías más tenebrosas, además de estar condensados la mayoría de ellos en la parte central de un trabajo formado por catorce canciones, hecho que complicaba aún más si cabe un acercamiento más asequible a este conjunto de canciones.
Un año más tarde publicaron en Japón “Big Fat Slice of Life” y transcurridos unos meses ese álbum también vio la luz en Europa pero bajo el título “Experience Electric” y con varios cambios en el track list.
Su tercer trabajo continuaba alejado de la senda comercial y manteniendo buena parte de las tendencias oscuras de su predecesor, pero a la vez consiguieron un disco de hard rock británico con un sonido muy moderno a la par que crudo, directo y repleto de grandes melodías de principio a fin, como así atestiguan el inicial tema homónimo y “The Only One”, pues en ambas convergen potencia con todas esas cualidades mencionadas.
“Blow My Mind”, con ese inicial toque exótico que deriva en la principal melodía y un delicioso puente, “Shine Like Diamonds” y sus envolventes estrofas que nos transportan hacia un potente estribillo y “Pleasure” que sigue con esa elaboración de grandes melodías son otras tres buenísimas canciones donde ya se desprende a las claras ese toque más oscuro pero manteniendo una enérgica base.
La interpretación dramática de Neville Macdonald en “Love Like Suicide” es colosal, especialmente con ese desgarrador final, mientras que “Tripping” es un precioso tema semi acústico donde disfrutamos de los registros más sutiles y calmados de este gran vocalista.
“Soul” retoma los sonidos hard rock más crudos y potentes del inicio, con ese inicial bajo estridente y un riff apisonador de Gray.
“Falling” es otro fantástico tema donde continúan jugando con ese equilibrio melódico entre lo dramático y la garra, igual que en “Winners and Losers”, aunque quizás en ésta encontremos un estribillo algo más risueño pero igual de elaborado.
“Bittersweet” podría ser definida como una mezcla entre “Shine Like Diamonds” y “Love Like Suicide”, pues posee el tempo y estructura iniciales de la primera y un estribillo muy cercano a la segunda.
“Aphrodite’s Child” también puede recordar a ciertas fases de “Pleasure” aunque con un ritmo ligeramente funky y, aunque no aparezca en los créditos, cuando finaliza ésta nos sorprenden tras unos segundos con “Big Fat Slice of Life”, una canción de “recta interminable de carretera americana” con un ritmo inicial muy ralentizado que va in crescendo hasta derivar en uno vertiginoso y macarra; rock and roll alejado totalmente de la estructura del resto del disco.
Un año más tarde publicaban un extenso doble directo bajo el curioso título “Hasta la Vista Baby!” donde se despedían de sus seguidores dando un buen repaso a sus tres publicaciones.
No fue hasta 2009 que se volvió a tener noticias de ellos, pues aparecieron en el Download Festival con tal éxito que les animó a reunirse nuevamente en el estudio y publicar en 2010 “Breaking The Silence”, un trabajo con el que intentaban capturar por completo la esencia de su debut, pero con bastante menos inspiración y frescura.
Gray confesó años más tarde que tras su disco debut quedaron atrapados bajo las influencias de Pearl Jam y Soundgarden, aunque también admitía que ese drástico cambio de rumbo confundió a la mayor parte de sus seguidores pese a que algunas de esas canciones seguían siendo de las más populares entre los mismos.
Es por ello que, aun siendo consciente de que no estamos ante un disco que rompiera parámetros musicales, sí que considero que era una muy interesante aportación al hard rock europeo del momento pese a la experiencia poco “electrizante” que supuso a nivel de críticas y público, por lo que tras 20 años de su publicación recomiendo su escucha; las buenas canciones que posee y su vocalista fuera de serie creo que así lo merecen.
SKIN:
NEVILLE MACDONALD: Voz
MYKE GRAY: Guitarra
ANDY ROBBINS: Bajo
DICKI FLISZAR: Batería