¡Zonta! ¡Zonta! ¡Zonta!
Por José Ramón González.
Estoy empezando a dudar de mi criterio. Me he sorprendido dejándome arrastrar sin remedio y sin medida por este nuevo «proyecto» de Frontiers ―entiéndase por proyecto ese artilugio industrial de la citada compañía consistente en amontonar varios nombres de prestigio para que graben un disco sin llegar a verse ni para las fotos promocionales, y menos para grabar un videoclip; como en esas películas de catástrofes de los setenta en las que aparecían media docena de estrellas, como poco, lo que parecía garantizar la calidad del filme―. Sorprendido porque, como aquellas películas, estos experimentos no han dado demasiados buenos resultados: no existe el concepto de banda, la mayoría de las veces ni componen las canciones y registran sus partes por su lado sin mucha implicación. Sin embargo, parece que los últimos títulos o bandas empiezan a ofrecer mayor calidad, posiblemente porque los músicos que participan se han comprometido más, han tenido más tiempo para elaborarlos o porque esos proyectos se transforman en algo más parecido a una banda: Black Swan o el futuro trabajo de los prometedores Iconic parecen ir por ahí. Y eso es una buena noticia, pues la música se beneficia, que es lo importante.
Skills, proyecto formado por ilustres del hard rock como Billy Sheehan, Brad Gillis y David Huff a quienes se ha unido, o han unido, el extraordinario cantante brasileño Renan Zonta, ha presentado una colección de canciones incuestionable, de ejecución impecable y con un elevado nivel de calidad. Y hay un «sobre todo», que es precisamente Zonta, quien sorprende, impacta casi diría, con una sensibilidad muy poco habitual para cantar hard rock melódico, un estilo bestial que no se veía en un cantante joven desde los tiempos memorables del género y que no se intuía del todo en su banda de origen Electric Mob, aunque nuestro compañero Ángel Saint & Sinner ya nos avisaba del potencial del muchacho cuando comentó su álbum Discharge (2020). El estilo de Zonta y su timbre son muy parecidos a los del gran Terry Ilous (bastan unos segundos del arranque del álbum con «Escape machine» para ser conscientes de ello, o escuchar las modulaciones de «Need to fall»), la misma energía, las mismas ganas, y una emoción arrebatadora. He probado a imaginarme las canciones de Different worlds con otro cantante y creo que ya no sería lo mismo. Probablemente estemos ante el mejor vocalista con el que haya dado el hard rock melódico en varios años. Y seguramente haya sido su presencia la que ha empujado al resto del grupo a elaborar con mayor seriedad las canciones del álbum, las cuales, por cierto, no están compuestas por Sheehan, Gillis y Huff, sino por Zonta ―y habituales de Frontiers como Alessandro del Vecchio, Martin Jepsen Andersen, Pete Alpenborg y Gui Oliver entre otros―, por lo que no es fácil rastrear las huellas de Mr. Big, Giant o Night Ranger, aunque quizás los rasgos de la banda de Huff sean los más presentes. Todo esto me hace pensar ―y la nota de prensa de la compañía parece sugerir que así es― si el origen del proyecto no habrá sido al revés de como comentaba más arriba y alguien, quien ha intuido el potencial del cantante (Perugino), le ha puesto al lado a estos tres músicos de incuestionables experiencia y nivel, y ellos, viendo de qué manera deslumbrante explota Zonta todo el potencial hardrockero que tiene, se hayan volcado en cada canción para aportar el toque mágico de excelencia del que son capaces.
Por todo esto afirmaba al principio de esta reseña que me sorprende el excelente resultado alcanzado con este «proyecto». Los buenos aficionados van a encontrar ―y aquí no puedo evitar el tópico― lo mejor del hard rock melódico: Dokken, TNT, Giant, Tyketto… pero bien hecho. Ese hard rock melódico que es una vía para expresar emociones. Canciones con estribillos de coros triunfales («Show me the way» de ciertas reminiscencias Tyketto), dramáticas piezas de gran intensidad emocional («Writings on the wall»), composiciones potentes y enérgicas («Blame it on the night»), baladas ―por supuesto― tanto de tipo épico («Losing the track») como de estilo delicado («Just when I need you»), y antológicos medios tiempos.
La elegancia y los detalles de bandas como Dokken podemos encontrarlos en «Need to fall» o en el prestribillo de «Hearts of stone»; al mismo tiempo el arranque de «Don’t break my heart» nos lleva hasta los primeros álbumes de Fate. La intensidad concentrada en pocos minutos propia de TNT se combina con otras piezas en las que hay espacio para mayor desarrollo instrumental que, en general, se echa de menos en el álbum teniendo a Gillis y Sheehan ―algunos solos de guitarra me parecen muy cortos―, quienes ceden el protagonismo en casi todas las canciones a las melodías y la eficacia de unos estribillos tremendamente logrados a la vez que, sin duda, al lucimiento de Zonta. Por otro lado el magnífico bajo de Sheehan está muy bien situado en la mezcla y la rítmica de Gillis derrocha clase y estilo.
Así que, a pesar de que he tratado de analizar el sonido de las canciones, buscar defectos, detectar la pereza mecánica del «proyecto», he de ser honesto y confirmar lo que afirmaba al principio: el disco me ha atrapado y lo he disfrutado asombrosa y sinceramente.
SKILLS:
RENAN ZONTA: Cantante
BRAD GILLIS: Guitarra
BILLY SHEEHAN: Bajo
DAVID HUFF: Batería
ALESSANDRO DEL VECCHIO: Teclados y coros