Celebración.
Por José Ramón González.
En las últimas semanas han aparecido en el mercado las últimas obras de Steve Vai, Joe Satriani, FM, Black Swan, y en unos días tendremos el nuevo y excitante trabajo de los británicos Thunder y el esperado de a los que nunca se les espera: Def Leppard. Celebramos que algunos de nuestros más admirados músicos estén publicando unos trabajos de indiscutible exigencia artística, nos ofrezcan la mejor cosecha que pueden extraer de su talento y nos inviten a disfrutar de nuevo, como desde hace años, con sus discos. Parece que hayan entrado en una sana competición por ofrecer lo mejor de sí mismos, justo en un momento en el que parece que más falta hace. Nos llevan dando excusas para sentirnos mejor gracias a su música desde hace mucho tiempo. Nuestra historia está unida a sus canciones; aunque ellos no lo sepan, las imágenes de nuestros recuerdos se mueven al ritmo de los acordes de sus canciones (nuestras canciones). De hecho, creo que es la música el adhesivo que nos une a esos recuerdos. Por eso, aunque Tommy Denander no me conoce, debería saber que le estoy sinceramente agradecido porque me ha proporcionado más alegrías que personas a las que sí conozco y con las que tengo un contacto real.
Denander es uno de esos artistas que se empeña en convencernos de que la música es algo más que un ritmo tribal o un ruido de fondo que sirve para vender más alcohol a quienes están en determinados garitos para que olviden que el sitio en el que suena ese ruido que les aturde la cabeza es realmente feo y desagradable. Y seguramente huela mal. Metido en cuarenta mil fregados, aporta casi siempre el extra que muchos músicos necesitan para dotar a sus trabajos de un sonido mejor, un acabado más profesional, un soporte técnico que engrandezca sus composiciones. Otras veces su presencia es testimonial, lo que nos disuade de adquirir determinado disco para ocupar un espacio en nuestras castigadas estanterías por disfrutar unos pocos minutos del arte de este imponente músico. En cambio, en otras ocasiones su aportación es deslumbrante. Cuando Denander se implica a fondo en algo, hace que ese algo se transforme en imprescindible. Ahí están para atestiguarlo sus trabajos con Chris Oussey, Spin Gallery o Jim Jidhed, por nombrar sólo algunos de los innumerables artistas con los que ha colaborado.
Pero entre todos, los que alcanzan el resultado de obra de arte son, en mi opinión, los trabajos que ha publicado bajo el nombre de Radioactive. Es el proyecto más importante de su carrera, y por ello ha decidido celebrar los treinta años del mismo tratando de grabar uno de sus más completos y accesibles títulos. Un álbum que parece integrar en él lo mejor del hard rock melódico de las últimas tres décadas y más. Es fácil detectar en cada una de sus canciones resonancias reconocibles por cualquier aficionado, lo que convierte a este xXx en otro imprescindible. Como extra, está metido en tan irresistible cotarro nada menos que Robert John “Mutt” Lange para certificar de algún modo que este trabajo tiene mucho que ver con esas canciones en las que el irrenunciable productor y compositor metió sus manos y su talento. Y, cómo no, la nómina de cantantes que participan en el álbum, aunque no tan llamativa como en anteriores ocasiones, es de un nivel extraordinario. Denander logra, de nuevo asombrosamente, que un disco hecho con diferentes músicos ofrezca una innegable sensación de obra compacta a la vez que variada y heterogénea. Posiblemente es uno de los aspectos más prodigiosos del disco, y por ello el resultado se aprecia como indudable obra de un autor.
Jerome Mazza se lleva buena parte del protagonismo vocal pues se encarga de tres canciones ―iba a decir que tres de las mejores, pero es que todas son buenas; aunque sí son tres de mis favoritas―. Su timbre y estilo está muy cercano a Steve Walsh. Canta en la que abre el disco, «Monkey on our backs», una composición tremenda rebosante del buen gusto del mejor rock melódico y un ritmo endemoniado; y con denuncia social. Puede darnos la sensación de que hay algo de los hermanos Young en lo rítmico, y no sería descabellado porque también lo hay, de forma más evidente, en «Voodoo Queen», cantada por Robbie LaBlanc, y algo menos en «The deed is done», a cargo de Robin McAuley, que podrían adaptar AC/DC si a Angus Young le cambiaran el traje de colegial por una americana y los pantalones cortos por unos de pinzas bien monos pero informales.
Mazza se tiene que adaptar a hacer una posible prueba para Def Leppard, pues en «If today was your last day alive» no hay otra cosa que no parezca un claro homenaje a las composiciones de la época Hysteria. Aunque, obviamente, Tommy Denander ―junto a Olle Romö, batería de la banda con quien compone todas las canciones del álbum― no es el vago de la clase que copia los ejercicios a los compañeros sino que, como todo artista, toma de quienes lo precedieron para crear su propia obra. También podría semejarse a los británicos el single «Move it» en cuya composición colabora Mutt Lange, presente también ―junto a Erik Gronwäll― en la deliciosa «I have a dream».
LaBlanc es el afortunado a quien le han entregado una joya titulada «Remember de ghosts» ―premio del jurado a Denander por la clase portentosa―, con solo deslumbrante y pedazo de estribillo obsesivo incluidos.
Nuestro protagonista nos puede servir para ilustrar las diferencias, enormes por cierto, que hay entre el homenaje y la copia. Basta escuchar la canción que cierra el trabajo, «California ways», cantada por Clif Magness, un precioso y emocionado homenaje a Van Halen que alcanza la categoría de magistral.
En xXx tan bueno es lo que suena como lo bien que suena. Metido a los mandos el maestro Denander poco menos se puede esperar. Logra elevar el prestigio del sello Frontiers con una producción excelente en uno de los mejores discos que uno se puede echar al espíritu en este momento. Menos espectacular en conjunto que su anterior F4ur pero tan rebosante de calidad, talento, buen gusto y maestría como cualquiera de los anteriores y con una vocación comercial que lo hace adictivo. Treinta años y cinco discos espectaculares es el legado que, hasta el momento, ofrece Tommy Denander con Radioactive.
RADIOACTIVE:
TOMMY DENANDER: Guitarra, bajo y teclados
OLLE ROMÖ, NEIL ANAMI: Baterías
ROBIN MCAULEY, ROBBIE LABLANC, JEROME MAZZA, CLIF MAGNESS, CHRISTIAN INGEBRIGTSEN, DANIEL BYRNE: Cantantes
MUTT LANGE, ANDREAS CARLSSON, TOMMY HENRIKSEN, TOMMY DENANDER: Coros