Críticas Novedades

MIKE TRAMP «Mand Af En Tid» (Target, 2024)

MIKE TRAMP «Mand Af En Tid» (Target, 2024)

Mike Tramp al rescate.

Por José Ramón González.
Foto: Marcus Nand.

 

Hay ocasiones en las que uno ve un lodazal ante el que siente la irrefrenable tentación de tirarse. No lo sortea, no lo salva dando un grácil salto que lo sitúe al otro lado de la podredumbre asquerosa de barro oscuro y pegajoso, ni tampoco se da la vuelta. Se tira. No puede evitarlo. Y si uno hace algo así, lo prudente sería, al menos, no contarlo.

Estaba trabajando en la reseña del nuevo álbum de una banda española con cuyo nuevo trabajo, inesperadamente, no conseguía conectar. Yo soy de sensaciones, algo a lo que confío buena parte de mi criterio porque es lo único que me pertenece, y como no tengo que dar explicaciones a nadie porque nadie me pide que haga nada de esto, es lo que me vale. Sin embargo, me interesa averiguar por qué algo que a priori tiene todos los elementos para agradarme termina resultándome anodino. Sentía cierta incomodidad porque a pesar las insistentes escuchas seguía sin encontrarle el atractivo. Llegué a pensar que mi conflicto derivaba de las letras de las canciones, que no me interesaban en absoluto pero, ¿cuándo ha sido un inconveniente la lírica de una canción para que no le guste a uno? Nunca, salvo excepciones, ha sido un impedimento para disfrutar de una canción. Sin embargo me parecía algo razonable.

La emoción es un elemento imprescindible. Que algo esté bien hecho, incluso impecablemente hecho, no garantiza que se vayan a producir determinadas reacciones.

Y entonces aparece, como un espíritu salvador inintencionado, Mike Tramp. Sin apenas haberlo buscado, a través de un rebote de las piezas del universo, me llegan las primeras notas de la primera canción de su nuevo disco. Parece como si hubiese estado escuchándome y su música, como una luz limpia, humilde y honesta, entra en mi limitado e imperfecto microcosmos. Sus melodías tan puras parecen una respuesta, una muy sencilla; tanto que me avergüenza reconocer lo evidente que era. Tramp publica su segundo disco en danés, algo tan imprudente y arriesgado como admirable. Se aventuró a explorar espacios musicales que nunca había transitado, dejándose llevar por su instinto y los estímulos del espíritu. Qué bueno es para la creación artística que al artista le dé igual la presión comercial o la fama, que le dé igual todo. Es difícil llegar ahí, a veces incluso no es lo deseado, pero una vez alcanzado ese estado sospecho que el creador hace ya no sólo lo que le sale de los bajos, sino de corazón. Y supongo que hay otros corazones que necesariamente conectarán con ello.

El nuevo álbum de Mike Tramp es auténtica emoción. Continúa transitando con serenidad y sabiduría el camino que abrió con su anterior For forste gang (2022), en este álbum incluso de modo más inspirado e introspectivo, más libre también y al tiempo más seguro. Parece que su lengua natal le ha permitido conectar con lugares, espacios, recuerdos, sensaciones y emociones que tenía guardados en algún arcón espiritual de su memoria y que hasta ahora no habían tenido oportunidad de liberarse. La consecuencia es que es muy fácil conectar emocionalmente si uno se entrega con la misma serenidad a esa música impregnada de tonos melancólicos que empapan cada una de las canciones junto a una nostalgia vitalista nada soporífera ni tristona. La música parece querer trasmitir la fortuna de haber vivido lo que se ha vivido ―porque uno es quien es gracias a lo que fue― con una mezcla de alegría y añoranza, de celebración y tristeza. Seguro que la lírica de las composiciones cuenta estas cosas. Me he molestado en buscar la traducción de algunas partes, pero comprendo que tampoco era imprescindible: la música había hecho su magia y ya lo había traducido a su lenguaje universal con la naturalidad con la que suele hacerlo en los casos más inspirados. Seguro que si supiese danés me gustaría aún más el disco, pues en las letras parece haber una carga de recuerdos, homenajes, emociones y afectos indefectiblemente ligados a la música, como ocurre con la preciosa canción que cierra el álbum «Ham vi vil være».

Mike Tramp buscaba nuevas canciones y en el camino se encontró consigo mismo. Se ha tomado la libertad de crear la música que se adapta mejor a lo que quiere transmitir, sin importar estilos, el peso del pasado (para bien ni para mal), ni el nombre, y a pesar de que sigue siendo un disco de rock, en él se cuelan ecos de la música de décadas que remiten a su juventud o su infancia. Las guitarras eléctricas se abrazan delicadamente a las acústicas en una danza hermosa y misteriosa que, junto a la presencia casi constante del piano ―y el Hammond―, crean una atmósfera sugerente e irresistible junto a la voz de Tramp, siempre marcada por el dramatismo y la inconfundible clase y personalidad que aporta a todo lo que canta. Y, por supuesto, las melodías hechizantes, cautivadoras, celestiales, que parecen salir de espacios ocultos del alma para llegar a otras almas que las siguen casi inconscientemente al reconocerse. Todo resulta de una naturalidad tan conmovedora que es difícil tratar de explicarlo de un modo que no sea a través de la propia música. Poco dudo de que Mand af en tid es uno de esos casos en los que el músico se ha dejado llevar sin objetivos premeditados, dejando que las canciones sean las que pidan determinada melodía, nota, acorde, estilo… Supongo que eso es lo que llamamos misterio en la música y que no tantas veces ocurre. Lo que sí es cierto es que cuando sucede es más que un regalo.

Mike Tramp se metió en un fango en el que no podía evitar sumergirse. Se arriesgó porque, en realidad, no tenía otra opción. Su impulso artístico, su pálpito espiritual se lo pedía. Al retirar el barro de su piel comprobó que se había purificado. Regresó a su idioma natal para expresar quién es ahora. Cambió el lenguaje de su música para que, sin conocer su lengua, entendamos las emociones, y con ellas a nosotros mismos.

Y así me recordó el artista danés que no es preciso ser tan analítico cuando se trata de los sentimientos, de la experiencia que nos proporciona la vida, de lo que nos emociona y lo que no, algo que él ha logrado con naturalidad y arrojo. A veces, al despojarse de todo lo que adorna y da brillo, es posible encontrar que debajo, en la desnudez, está lo auténticamente valioso.

MIKE TRAMP - Mand af en tid_cover
MIKE TRAMP: Cantante, guitarra
CLAUS LANGESKOV: Bajo
SOREN ANDERSEN: Guitarra
KENNI ANDY: Batería
SØREN SKOV: Piano, B-3, teclados
EMILY GARRIOCK LANGESKOV, JØRGEN THORUP: Harmonías

Compartir este post

Dejar una respuesta

Tu corréo electrónico no será publicado.Campos obligatorios marcados con *

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>


Lost Password

Register

Si continúas utilizando este sitio, aceptas el uso de las cookies. Más información

The cookie settings on this website are set to "allow cookies" to give you the best browsing experience possible. If you continue to use this website without changing your cookie settings or you click "Accept" below then you are consenting to this.

Close