Sinceramente, Julio.
Por José Ramón González.
No te voy a engañar, Julio, la noticia de un nuevo disco tuyo en solitario me desconcierta. Después del magnífico último álbum publicado con Asfalto un disco en solitario me preocupa, porque empieza a inquietarme la idea de que dejas de lado la banda por otros proyectos, como si no fuera suficiente ser el líder de uno de los grupos de música imprescindibles de la historia de la música española. Ya sé, ya sé que Asfalto es otra cosa, que hay inquietudes musicales que no tienen espacio en la banda, pero seguro que entiendes que los aficionados a la música sentimos como nuestros los grupos que más nos gustan, y cualquier noticia que los afecte, nos pone a la defensiva. Además ¿no estás preparando el concierto conmemorativo de Más que una intención? En fin, que ya te conocemos, que no vas a parar, que la música te debe de salir de la garganta hasta si estornudas; por algo eres quien eres y has dejado tras de ti tantas canciones que no van a desaparecer nunca.
No te creas, Julio, no es que no quisiera escuchar tu disco. Y eso que sé que en tus trabajos en solitario, al tratarse de algo con un carácter algo más personal, te pones un poquito más discursivo, con lo poco que nos gusta que nos sacudan la conciencia. Pero bueno, que yo sé que vas acompañado de excelentes músicos, que desarrollas más esos rasgos progresivo-sinfónicos y que seguro que me voy a encontrar, como siempre, un buen puñado de buenas canciones. Y que eres Julio Castejón, demonios.
Los ocho minutos que abren el disco dedicados al ser ese que llaman “triunfo de la evolución” son más o menos como esperaba: desarrollo instrumental de ecos sesenta-setenta, buen gusto en la interpretación, progresión y riqueza en la intensidad y en las letras collejas para todos. Pero mira que justo después viene una canción con la que no contaba. Menudo temazo te has marcado en “Hombre a la deriva” ¿no? Qué canción tan buena, cómo me gustan esas guitarras, los cambios de ritmo, la batería tan potente y el piano. Y luego vas y me haces polvo con esa introducción tan triste de “La vida continúa”. Aunque a esas alturas ya has podido conmigo. Ya diste cuenta de la enorme sensibilidad y el talento que tienes para contar historias trágicas de un modo brillante, con ese toque luminoso en “Espera en el cielo”, y ésta no se queda atrás. Qué tacto, oye. Algo parecido haces en “Compañeros”, y eso que a ratos temo que vas a rozar la cursilería, pero qué va, tienes una habilidad sorprendente para transformar en autenticidad lo que para otros no sería más que sensiblería en esa historia de una pareja que ha llegado junta hasta la vejez. No creo que haya tantos músicos capaces de hacer algo como lo que haces tú. Es que eso es muy tuyo ¿verdad?
Tengo que decirte que me encanta “Cuentos de invierno”, y que me alegro de que no olvides los asuntos sociales a los que prestas siempre atención como en “Lana”, igual que hiciste en Crónicas de un tiempo raro.
Como me imagino que ya andarás liado con más canciones no te entretengo. Que sepas, Julio, que te agradezco que me convenzas con tu honestidad, que me conduzcas con tu música a paisajes que sólo miraría de lejos si no fuera porque el viaje lleva tu firma, y que continúes tan creativo e hiperactivo, porque todo lo que sale de ti lleva el matasellos de la autenticidad y la sinceridad, argumentos ante los que es imposible taparse los oídos.
JULIO CASTEJÓN: Cantante, guitarra y teclados
JOSÉ MARTOS: Batería
JOSELE MEGÍA: Bajo
GUSTAVO MARTÍN: Guitarra
LORENZO AZCONA: Saxo
