Un planeta musical repleto de libertad de movimientos.
Por Javi Segura Ruiz.
¿Qué es lo siguiente qué va a suceder? ¿Con qué cambios de formas nos vamos a encontrar? Las palabras que construyen los títulos de los dos álbumes más recientes del Maestro Satriani podrían definir claramente el eclecticismo musical al que nos tiene acostumbrados desde antaño con cada una de sus nuevas publicaciones; no tienes dudas de que siempre vas a encontrar la pura esencia de su sonido y marca registrada, pero a la vez eres plenamente consciente también de que Satch va a indagar y explorar nuevos territorios artísticos en su continua auto transformación con la que nos va a sorprender… o no tanto… porque precisamente lo no sorprendente es que siempre vamos a encontrar algo innovador en sus composiciones instrumentales.
Satriani admite esa gran variedad estilística y que le ha llevado a cambiar su forma (shapeshifting) de tocar sus guitarras para adaptarse a las melodías y ritmos creados en la historia que envuelve a cada una de sus nuevas canciones, hecho que ha motivado una atmósfera más atractiva y excitante durante el proceso de grabación en uno de sus discos sin duda alguna más introspectivos.
Una de las claves a tener también en cuenta en dicho proceso son los habituales cambios en los músicos que lo acompañan; Joe los considera vitales, pues les otorga un protagonismo crucial en el resultado final de cada tema, sacando lo mejor de cada uno de ellos e intentando transmitir el concepto de banda más que de solista, (la co- producción de su nuevo colaborador Jim Scott también ha sido un factor determinante) ; Glenn Hughes y Chad Smith, (que grabaron What Happens Next donde se capturaba de nuevo buena parte de la vertiente más rockera tal y como explicamos en su reseña dos años atrás), han dado el relevo al bajista Chris Chaney (Jane’s Addiction y quien ya grabó Unstoppable Momentum en 2013) y al batería Kenny Aronoff (John Mellencamp y The Smashing Pumpkins entre muchos otros) en ésta su nueva obra.
Palpable queda ese protagonismo de ambos músicos con el tema homónimo que sirve de apertura, donde sus palpitantes ritmos acompañan las melodías angustiadas, oscuras y siderales de las Ibanez que aparecen de ese modo tanto en su línea principal como en los arreglos; en su parte final, Chaney nos conduce hasta esos efectos sonoros tan característicos del hacha americano; me adentro en una de las amplias avenidas de Nueva York donde en el ambiente se desprende que la ciudad que nunca duerme está a punto de entrar en letargo, angustia y convertirse en un infinito y dramático desierto de asfalto.
Mucho más desenfadada y buenrollista se presenta la hard rockera “Big Distortion”, con ese aire risueño que impregna gran parte de su discografía y que confluye con la aparente simpleza de sus riffs, melodías y groove tan cautivador; un alentador guiño de esperanza para la Humanidad, para los sentimientos, anhelando unos tiempos mejores que más pronto que tarde seguro que llegarán.
Suaves, melancólicas y con cierto punto dramático se desarrollan “All For Love” y “Teardrops”, donde Satriani conmueve con unas guitarras que parecen describir un planeta en decadencia visto desde una cercana estación espacial; sus Ibanez observan, se desesperan y claman al universo llenas de rabia e impotencia. ¿Quién dijo velocidad cuando transmites tanto con tan pocas notas?
Un respetado músico africano, el pionero del surf rock, un alien y el propio Satriani, (que, a la vez, por su genialidad podríamos considerarlo otro extraterrestre) se dan de la mano en la fantástica “Ali Farka, Dick Dale, an Alien and Me”, (¡cómo disfruta Joe titulando a sus canciones de modo estrafalario de vez en cuando!), sin duda uno de los temas más originales e inspirados; sus sonidos me recuerdan a “Time Machine”, aunque aquí encontraremos unos ritmos más vivos con la galopante base rítmica que arropa unas Ibanez fascinantes, con destellos ciertamente exóticos y orientales mientras navegamos por el Nilo antes de que se nos presente una tormenta de arena como auguran los alarmantes estruendos sonoros en la parte final de la canción.
Admiro la piedra caliza roja de alguno de esos parques nacionales australianos entre los compases del country-boogie rock de “Perfect Dust”, donde el sonido típico del género converge de manera encomiable con las cada vez más agresivas y afiladas guitarras hasta que vuelven a toparse con un remanso de paz a su conclusión.
No os perdáis el vídeo que ZZ Satriani ha filmado para que su progenitor presentara “Nineteen Eighty”; un corte que no sólo nos transporta de pleno al espíritu rompedor del mítico Surfing with the Alien, sino que incluso va más allá influido por el heterodoxo sonido que su banda primigenia The Squares pretendió realizar a comienzos de los 80 según el propio Maestro, (hasta el mástil de su Ibanez se hace patente de ello en un momento de dicha grabación); soy plenamente diurno y poco me doy a salidas nocturnas, por lo que en estos tiempos que vivimos a buen seguro que no es precisamente una de las cosas que echo de menos; aun así y cuando todo esto acabe, me pegaré una juerga con este cañonazo a todo trapo en mi coche mientras observo ese ambiente noctámbulo que vuelven a adquirir las calles de nuestros pueblos y ciudades; ¡será una “Crushing Night”!
Las Kramer de los comienzos de Eddie Van Halen conducen la melodía principal de “All My Friends Are Here”; bueno, supongo que más bien es el bueno de Joe con sus Ibanez… ¡hostia qué melodía más chula! ¿Cruzamos la infinidad de puentes que configuran esa auténtica maravilla arquitectónica para unir las preciosas Islas Lofoten de mi soñada Noruega? A mitad de trayecto, el bajo de Chaney y la melodía de Satch nos propondrán un alto en el camino para observar con detenimiento y asombro las imponentes cumbres nevadas; ¿Agregamos también para la causa la formidable “Friends”? ¡Seguro que ambas se compenetrarán de fábula! Mi favorita junto a esa del título extravagante.
¡Desaparezcamos por una recta interminable de la Ruta 66! El espíritu rockero de “Spirits, Ghosts and Outlaws” parece querer evocar la aplastante “Motorcycle Drivers”, disfrutando de la potencia controlada que la destreza de tu mente otorgue a tu coche o moto ¡como si te quieres evadir en monopatín o bicicleta!
Nos adentramos en un maravilloso itinerario de alta montaña por mi amado Pirineo de Lleida con el marcado bajo inicial de Chaney en “Falling Stars”, disfrutando de lo lindo de todo el trayecto con las sutiles cuerdas de Satriani, pero a mitad de camino la batería de Aronoff y las tormentosas guitarras avisan de que debemos desandar nuestros pasos, pues más que las estrellas parece que sea el cielo quien nos va a caer encima ante la tempestad que se avecina; el final nos sitúa ya a salvo en nuestro refugio.
Suaves y mesurados piano y teclados de Eric Caudieux en la cálida y muy melancólica “Waiting”; ¿nos relajamos ante un bonito atardecer costero si añadimos esas sutiles guitarras que parecen evocar a “Day at the Beach” del Flying in a Blue Dream? No hace falta un lugar turístico y paradisíaco…hazlo en uno de tus rincones favoritos de cualquier mar u océano que te fascine.
Nos situamos en tierras caribeñas con el ritmo reggae que conduce las rítmicas de “Here The Blue River”, mientras que la intención de Satriani no creo que sea precisamente transportarnos hacia tierras birmanas y tailandesas con el inicio de “Yesterday’s Yesterday”, rememorando aquellos soldados británicos que construían “El puente sobre el río Kwai”; más bien esos sonidos bucales junto con las acústicas y eléctricas de Satch, el piano de Lisa Coleman y las mandolinas de Chistopher Guest adquieren un aire folk y celta con el que pretende dejar una sonrisa en la boca para concluir con un final feliz (¡qué mal suena eso hoy en día!) Shapeshifting en el interior de la medieval Bretaña.
Una reseña concebida como un pequeño viaje interior y reflexivo, ahora que vivimos tiempos difíciles y recluidos en el particular mundo de cada ser humano; he parecido un guía turístico más que un humilde redactor de mis particulares percepciones musicales, pero el momento en que este trabajo ha sido publicado me ha concedido el placer de desmenuzarlo y apreciarlo a merced de las circunstancias contemporáneas que padecemos; no se trata de que tú te desplaces a los mismos rincones que yo; esta guía es, simplemente eso, una guía; puedes viajar a Cuenca donde yo aparezco en Noruega; puedes perderte por una de las calles vacías de tu pueblo o ciudad mientras yo disfruto de las cumbres pirenaicas, no hace falta que te vayas al Nilo si te sientes más arropado cerca del Ebro o del Guadalquivir ¡qué más da! ¡La música de Satch te confiere libertad absoluta dentro de tu propio aislamiento!
Deseamos volver a la normalidad, esa normalidad que cada uno anhela a su imagen y semejanza; esa maravillosa rutina diaria de ver sonreír a tu hija en la puerta del colegio y que ahora añoras con lágrimas en los ojos al igual que los paseos con ella en bicicleta; esa normalidad de que NO todo vuelva a ser normal y algo cambie en nuestras vidas pese al escepticismo que rodea a un mundo occidental tan cruel e hipócrita pero a la vez tan solidario cuando en los peores momentos sale a relucir también lo mejor de la especie humana.
Disfruta de Shapeshifting, un planeta musical repleto de libertad de movimientos, toda una experiencia catártica para poder viajar por todo ese cúmulo de sentimientos contrapuestos.
JOE SATRIANI: Guitarra
CHRIS CHANEY: Bajo
KENNY ARONOFF: Batería
ERIC CAUDIEUX: Teclados