INSIDIOUS: LA PUERTA ROJA (Insidious: The red door. Patrick Wilson, 2023)
Atrapado por su pasado. Por Serbal. Aunque te mereces algo infinitamente mejor, para ti, mamá Atrapado por su pasado, Retorno al pasado, Niebla en el pasado, incluso Regreso al futuro que, en primera instancia, se trata de un viaje al pasado… Son tantas las historias de un tiempo pasado― que, en contra del dicho, casi nunca fue mejor ―que sería un trabajo de chinos o, al menos, para evitar el tópico, un trabajo digno de una tesis doctoral, estudiar la relevancia de lo pretérito en el arte y, por extensión, en la vida. En un pasado reciente, durante el verano, en el restaurante de un hotelito llamado Alhama, situado en Cintruénigo (Navarra), nos topamos con un hombre afable de mediana edad (no se vaya a ofender si le pongo más años, aunque la posibilidad de que lea esta reseña es remotísima) que se llamaba Jesús, por haber nacido en el mes de diciembre. Nos hablaba Jesús con esa sabiduría, que no se encuentra en los libros, y con palabras colmadas de paz y armonía (a partir de ahora le llamamos El hombre tranquilo del Alhama) de su padre, fallecido hace ya tiempo, mientras se le empañaban los ojos al recordarlo, que nuestros ojos siempre cuentan mucho más que nuestra voz. Se me quedó grabado porque yo estaba de duelo por la pérdida de mi madre y pensé que siempre llevamos con nosotros a quienes nos engendraron y que, como bien dice el maestro Sergio Llull (que no tiene nada que ver con el jugador de baloncesto), nuestras vidas están marcadas por las de nuestros ancestros. Estas dos afirmaciones son el hilo argumental de la primera película de Patrick Wilson detrás de las cámaras. Por ese motivo, porque nuestro pasado escribe irremediablemente nuestro presente, he escogido el título del magnífico film de Brian de Palma como encabezamiento de la reseña de este film que, casi seguro, los seguidores del género de terror ya habrán identificado como el capítulo 5 de la saga Insidious, Insidious: La puerta roja. ¿Y qué tienen en común estas dos obras cinematográficas? La necesidad de los personajes de romper con los fantasmas del pasado. Los miembros de la familia Lambert arrastran una tragedia que guardan en secreto, tras una puerta roja cerrada a cal y canto. La historia, que comenzó con la primera y segunda partes de Insidious, parece que concluye con esta puerta que se resiste a ser abierta. ¿Conseguirán los protagonistas atisbar lo que hay detrás y reponerse de los traumas que van arrastrando de generación en generación? Culebrón a la vista. La primera parte del filme, el drama paternofilial, da pie a una segunda mitad totalmente inmersa en el género terrorífico, con una ristra de sustos a diestro y siniestro. Destaca la presencia de una especie de Sancho Panza, versión femenina y afroamericana, que acompaña al pequeño de los Lambert, Dalton, ya crecidito desde los primeros episodios. Se trata de un personaje extrovertido, alegre y bromista que insufla vitalidad y coraje al apocado Dalton, atormentado por los dichosos fantasmas (en sentido literal y figurado) de un pasado que le trae por la calle de la amargura. Lo interesante de la cinta es ver cómo el terror se mueve a sus anchas en el seno familiar. La familia ya no es ese lugar seguro y feliz (hace mucho tiempo que dejó de serlo, en la ficción y en la vida real) sino una maraña de emociones no expresadas, secretos, confusión, caos, temor… ¡Miedo de tu propio padre, que se supone figura protectora y salvadora! ¡Qué canguelo cuando Dalton, aspirante a pintor, observa el cuadro de Goya Saturno devorando a su hijo! La historia aboga por mantener viva la memoria, por dolorosa que resulte. No hay que olvidar los demonios del pasado porque nos ayudan a comprender quiénes somos, a curar nuestras heridas y salir fortalecidos. Esto me recuerda otra grandísima película de cine negro, también citada al comienzo, Retorno al pasado, de Jacques Tourneur, cuyo protagonista anhela olvidar, como hacen los Lambert, dar “portazo” a un pasado oscuro del que es imposible escapar. Por cierto, y a riesgo de caer en la digresión, descubrí este maravilloso film en el segundo relato titulado “Fantasmas”, dentro de la popular Trilogía de Nueva York, de Paul Auster, donde los personajes se “afantasman”, desaparecen, carentes de identidad. En el capítulo 5 los protagonistas masculinos sufren de esta crisis de identidad y se machaca la importancia del papel de la memoria, a nivel existencial e identitario, al que yo añadiría, ya fuera del argumento, también el aspecto histórico-social y, si no, a la vista está el desquiciamiento que sufrimos los habitantes del siglo XXI, con líderes políticos que, con tendencia a ideologías antidemocráticas, acusan a sus adversarios de fascistas y neonazis; con pueblos que, tras haber vivido el holocausto, someten a otros al genocidio; con manifestantes que aparecen con banderas franquistas, a la vez que vociferan mensajes a favor de la libertad. Parece que desconocemos quiénes somos realmente (sí, ya sé, tarea ardua y casi irrealizable) y que sufrimos, no ya de las contradicciones propias del ser humano, sino de un grave e incipiente trastorno bipolar. Volviendo al film y, como remate final, a pesar de lo que cabría esperar en un principio, al introducir el drama familiar en el argumento de la saga, Patrick Wilson no sigue la premisa de uno de sus personajes, la profesora de Arte, que alienta a sus pupilos a romper las reglas, sino que sigue los tópicos del género y no sorprende: cielos que anuncian tormenta en el exterior, cementerio familiar, el rojo sangriento argentiano de la puerta, viajes fantasmagóricos a través de los sueños, que recuerdan las pesadillas de Freddy Krueger, pobladas de demonios y fantasmas… Y, sin embargo, la película tiene una buena factura y entretiene, así que dejémonos llevar por la sencillez (en el mejor de los sentidos) de la propuesta y disfrutemos que, citando otro título fílmico, una comedia esta vez, El mundo está loco, loco, loco, loco. Intérpretes: Patrick Wilson Ty Simpkins Lin Shaye Rose Byrne Sinclair Daniel Guión: Scott Teems Música: Joseph Bishara Fotografía: Autumn Eakin
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