El difícil arte del rock melódico sin edulcorantes.
Por José Ramón González.
Es difícil moverse con cierta libertad, y sobre todo originalidad, dentro de los estrechos márgenes del rock melódico o AOR. En este género es frecuente asistir a la confusión entre sencillez y simpleza, entre sensibilidad y sensiblería, entre melodía y cursilería. Asimismo es fácil dejarse llevar por los esquemas de un género tan claramente estructurado y rellenarlo de fórmulas inanes. Resulta admirable que haya bandas que sigan practicando un género que, a más dificultades, carece de toda popularidad actualmente, y mucho más lo es que lo intenten formaciones españolas. Pero desgraciadamente y salvo contadísimas excepciones que confirman una decepcionante regla, no las hay que lo hagan con un mínimo de atractivo. Por ello, que nos dé un sopapo el disco de Hackers es una sorpresa tanto como otra excepción. Hackers es una banda de Las Palmas de Gran Canaria con dos miembros de otra gran formación de la tierra, Fran Alonso y Paco Santana de Krull.
Los que me conocen saben que no soy complaciente con las bandas sólo por el hecho de que lo hayan intentado y por haber asumido el indiscutible esfuerzo que supone sacar adelante un trabajo musical, a pesar de que soy consciente de las horas de ensayos y los continuos sacrificios que supone mantener a flote una banda. Por lo tanto, si afirmo que el disco de Hackers es muy bueno no es una palmadita en la contraportada del cd, es un aplauso en toda regla.
Al poco de dar comienzo “Empezar de cero” se producen dos sensaciones: sorpresa e ilusión. Quizás la sorpresa venga no de ellos, sino de uno mismo, que tan acostumbrado a las “malas” sorpresas se dispone a la escucha con escepticismo. De la sorpresa deriva la ilusión, esa reacción tan poco común del aficionado a la música cuando escucha una obra nueva, y además cantada en español. Y qué bien cantada por Víctor Guardia (otra sorpresa, y ya van varias seguidas). Que guste la banda pero no el cantante es otro tópico del rock español. Aquí no van a tener ese inconveniente, ya que Víctor no está ahí solo para solventarlo sino que es parte fundamental para que las canciones funcionen tan maravillosamente. Su voz es cálida y emocionante, transmite una energía esencial que muestra que para cantar rock melódico no hay que ser impostado. Y así canción tras canción el receptor se va ilusionando con unas creaciones tan bien construidas, tan sabiamente ejecutadas, con unos estribillos tan emocionantes sin distorsiones hiperbólicas, sin recursos comerciales fáciles, con contención en los coros… Vaya, que eso no lo experimentaba uno hacía tiempo. Lo mismo que la necesidad ansiosa de encontrar un momento a lo largo del día para volver a poner el disco.
Otro tópico que hacen trizas los músicos de Hackers es el de las letras, no porque hagan gala de una lírica exquisita, sino porque evitan los lugares comunes y encajan con asombrosa y agradecible naturalidad unas letras cuidadas e inmediatas, con más de un hallazgo afortunado, en la emoción de la música. Quizás me equivoque, pero éste es un trabajo que no parece haberse fraguado en un momento. El sentido del humor se combina con la nostalgia de manera ingeniosa en “Mil recuerdos” mientras que el asunto de la propia música brilla en la sobresaliente y emocionante “Historias que contar”.
Estoy tentado de utilizar el término ‘maestría’, pero lo voy a reservar para después de hablar del buen gusto que se aprecia en cada canción, la elegancia en la ejecución de las canciones, el detallismo en los arreglos y cómo los músicos de Hackers han sabido dar con una fórmula harto complicada: el equilibrio. Y todo sabiendo moverse dentro de la tiranía de las reglas del género, solventando a cada paso la posible anticipación del oyente con sutiles movimientos de carácter personal pero sin forzar las formas para terminar elevando a categoría de arte el propio género que practican. Han transformado los muros limitantes en las cuerdas elásticas de un cuadrilátero en el que se puede bailar libremente. Todo fluye en Empezar de cero. Sirva de argumento “Tocando fondo” para referirme a los contrargumentos de Hackers. Posiblemente haya pocos lugares más recurrentes en el rock melódico que un medio tiempo de estas características. Cuando comienza la canción empiezan a resonar en la cabeza cientos, miles de canciones (“Is this love”, “Angelia”…) y sin embargo ellos hacen su canción, que es otra canción. Coja el molde y haga su obra, qué maravilla. Y eso que no es mi composición favorita del álbum, porque mi favoritas son todas, una detrás de otra. Me encanta cómo entran los estribillos con asombrosa y placentera naturalidad cargándolos de emoción sin artificios, cuidando cada verso y cada melodía sin jugárselo todo al estribillo falsamente triunfante; los solos de guitarra de Fran Alonso que son un puro festín; y cómo construyen la canción nota a nota, recreándose en cada detalle y en cada segundo de las composiciones (los casi sesenta minutos de sus diez canciones dan fe de ello). Creo que esto es una diferencia enorme con muchas otras bandas.
Es innegable que los nombres de Journey ―en especial los de Raised on Radio―, Toto, Survivor o FM entre otros están presentes en la inagotable mochila de Hackers. No voy a compararlos con esas bandas, pero sí que puedo afirmar que la sensación que me transmite el álbum es la misma que sentí ante, por ejemplo, el Artwork de Work of Art en 2008, y considero que tiene la misma trascendencia en lo musical. Aunque se me tache de hiperbólico, sirva para expresar mi entusiasmo ante esta obra maravillosa que se llama Empezar de cero. Así pues, después de todo, ¿por qué no utilizar la palabra que se merece?
HACKERS:
VÍCTOR GUARDIA: Cantante y coros
FRAN ALONSO: Guitarra y coros
PACO SANTANA: Batería
ELVIS PESCOSSA: Teclados y coros
CÉSAR GONZÁLEZ: Bajo y coros