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FM «Old Habits Die Hard» (Frontiers Music, 2024)

FM «Old Habits Die Hard» (Frontiers Music, 2024)

De los buenos, lo mejor.

Por José Ramón González.

 

A qué terrible tarea me enfrento al abordar el comentario de un nuevo trabajo de los británicos FM. La banda de rock melódico se empeña en seguir haciendo música enjoyando el AOR con nuevas piezas para coleccionar y a mí ya no se me ocurren nuevos halagos con que calificar su arte. ¿Es que no se cansan de ser tan buenos? Oh, tamaño desasosiego me desespera, profundas inseguridades me embargan, reto más atroz me desafía… Vale, vale, tampoco es necesario tanto dramatismo teatral. Sin embargo, qué paradoja cuando una obra de alto calibre y garantizado disfrute se transforma en un tormento para el diletante que se somete voluntariamente a escribir sobre las inagotables virtudes de estos músicos, observando con admiración cómo se remangan tirando de oficio antes de meter las manos en la marmita de sus abundantes recursos para sacar nada inesperadamente, como conejo de la chistera, otro álbum cargado de clasicismo, sabiduría y elegancia.

En este 2024 se cumplen cuarenta años de carrera de la banda. Según Steve Overland, para dicha efeméride han concentrado sus esfuerzos en resaltar en Old habits die hard aquellos rasgos que han hecho grande a la banda. ¡Venga, ni más ni menos! Si un grupo de la excelencia de FM asegura que ha creado un disco con lo mejor que sabe hacer ¿qué puede salir de ahí? Pues nada más y nada menos que una joya, porque lo que ellos hacen no lo sabe hacer nadie mejor (ya dije hace tiempo lo de los maestros y bla, bla, bla…).

Old habits die hard es un trabajo más AOR que su predecesor Thirteen (2022), pues hunde sus raíces, efectivamente, en los títulos de referencia de la banda, los más representativos, y quizás más concretamente en sus primeros lanzamientos, que son los mitificados por aficionados y especialistas quienes, probablemente, releguen sin querer al olvido otros magníficos de su envidiable discografía. Por ello, también, están los moldes imprescindibles del estilo: medios tiempos chorreantes de calidez («Whatever it takes»), coros de melodías tan memorables como los propios estribillos («No easy way out») o ritmos cuyas líneas marcan el camino por el que ha avanzado (o no tanto) la historia del rock melódico («Lost»). Cierto que, en parte por el mismo motivo, en las primeras escuchas se tiene la sensación con algunas canciones de «esto ya lo había soñado antes», pero no hay más que dejar que vayan mostrando infaliblemente sus virtudes para reconocer que no es más que una imagen en el espejo: se parece pero no es lo mismo. Y más aún cuando se atiende al álbum en su conjunto, más que una colección de referencias geniales una obra que recorre la historia de un grupo de rock, de un estilo, de la música.

¿Qué amante del rock melódico se resiste al dulce veneno de «Cut me loose»? ¿Quién no renuncia a buscar referencias conocidas por dejarse poseer por una pieza tan magistralmente ejecutada como «Leap of faith», con esas melodías y armonías que parecen creadas en estado de gracia cuando quizás no es más que el oficio de quienes saben lo que deben hacer cuando hay que hacerlo? Y qué extraordinaria creación es «Black water», con un toque blues que FM transforman es un rotundo triunfo del buen gusto y de la dosificación de la intensidad que revienta en el estribillo y sale disparada al espacio en el magnífico solo de Kirkpatrick.

Sin embargo los maestros no se conforman esta vez ―ni ninguna otra― con hacer mejor eso en lo que son los mejores, sino que crean dos piezas que, en mi opinión, son destellos siderales caídos a esta pobre Tierra. Me refiero a las dos últimas canciones del álbum, colocadas estratégicamente después de la alegre «California», una composición tan sencilla como pegadiza. Tengo la sensación de que están ahí por un motivo concreto, quieren decir algo sobre ellos, sobre su manera de crear música y de ver la vida. Puede que sea una forma de tender un puente hacia el futuro porque esas composiciones escapan a las estructuras de las del resto del álbum. «Another day in my world» se sostiene en ritmos entrecortados, es una canción cuya naturaleza más hardrockera contrasta con el resto de canciones, es más arriesgada, más libre, incluso ―si eso es posible― más seductora. Y «Blue sky mind» vuela definitivamente por encima del resto, por sus giros en las melodías, sus coros, su alegre ritmo y contenido feelgood, Pero, sobre todo, porque después de habernos embriagado con un auténtico festival de magisterio musical a lo largo del disco se reservan esta perla para el final. Dejan así constancia con ello de que no sólo siguen siendo intocables en lo suyo, sino que ―de nuevo sucumbo a otro poco de dramatismo teatral― son capaces de seguir creando embriagadoras piezas como ésta de dimensiones colosales engarzada en una corona que ya era de un valor incalculable.

FM - Old habits die hard_cover
FM:
STEVE OVERLAND: Cantante, guitarra
MERV GOLDSWORTHY: Bajo
PETE JUPP: Batería
JEM DAVIS: Teclados
JIM KIRKPATRICK: Guitarra

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