Crónicas

DRY RIVER: Lo mejor para un día wet.

DRY RIVER: Lo mejor para un día wet.

Sala Sound Stage, Madrid, 10 de marzo de 2018.

Por José Ramón González y Gema Pizarro.

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Nos habremos preguntado en alguna ocasión qué habríamos hecho en determinadas circunstancias si hubiésemos sabido lo que supimos con posterioridad. Gracias a la puerta que Dry River han abierto al 2038 es posible anticiparse a cualquier hecho del posible futuro. Por ello informamos a los aficionados a la buena música de 2018 que si pasa por su ciudad la banda de Castellón acudan al concierto, pues desde el futuro se sabe con certeza que habrán disfrutado de una experiencia poco habitual, extremadamente placentera, profundamente enriquecedora y plenamente gozosa.

En un día muy lluvioso, Dry River presentaban en Madrid su nuevo álbum 2038, largamente esperado y que ha colmado todas las expectativas y más. La banda lograba otro lleno en la capital en una sala con más capacidad que en su última visita, lo que deja adivinar la gran respuesta que está obteniendo, la esperada y merecida recogida de la fruta cultivada durante tanto tiempo con tanto trabajo y dedicación. La sala no hacía honor a la banda que la visitaba por su peculiar distribución, con una columna en el medio a unos tres metros del escenario y un techo bajo que los músicos de la banda parecían elevar con su sola presencia. El sonido no estuvo nada mal, ciertamente.

Una mención especial merece el público que los sigue: entregado, afectuoso, implicado, alegre, cordial. Compartir el concierto de una banda de rock con un público como ese es una gozada. Parece haber sido seleccionado expresamente para ellos: lo mejor para los mejores.

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Estábamos ansiosos por escuchar las nuevas canciones en directo, por lo que la puntualidad con la que aparecieron fue jaleada festivamente por sus aficionados. Espectacular la complicidad y cantidad de aplausos que recibían en cada canción, desde el comienzo hasta el final. El arranque con “Fundido a negro” no pudo ser más acertado: una canción con ese ritmo pide saltos, cantos y aplausos que, por supuesto, no faltaron. Tampoco faltó ninguna de las canciones de su nuevo disco, a pesar de que alguna fuese incluida entre otras anteriores en lo que ellos llamaron “popurrí progresivo”: “¿Cuánto vales tú?”, “Rosas y gaviotas”, “Peán”… Dolorosa selección que impidió poder disfrutar al completo de esa joya titulada “Perder el norte”. Por la reacción del público y por las características de la canción creo que debería ir completa, o quizás sólo estoy plasmando mis propios gustos y caprichos, aunque si así fuera todavía estarían tocando sin descanso. O buscaría un lugar para tenerlos de banda residente y poder disfrutar de su espectáculo al menos una vez a la semana.

Alternaban las canciones de 2038 con las de sus dos obras anteriores con una fluidez asombrosa, equilibrando los ritmos y estilos. Todos los músicos estuvieron al nivel al que nos tienen acostumbrados, o quizás más: Carlos y Matías brillaron más que las luces de la sala, alternando los solos magníficamente; David, Martí y Pedro se encargaron de plasmar una vez más que no existen instrumentos de acompañamiento cuando se está en una banda como la suya; y Ángel estuvo verdaderamente espléndido, haciendo un ejercicio de control admirable y, como nos decía hace unos días, gozando cada canción, cada nota, con absoluta confianza y seguridad.

El desarrollo del concierto transmitía la sensación de celebración que se experimenta cuando uno se encuentra finalmente con un amigo al que hace tiempo que no ve. Se disfrutaba cada canción, tanto ellos como nosotros, estoy seguro, y eso hacía que todo fuera muy emocionante. Con la música como vía de comunicación ―y con una música como esa― todo fluye más, las emociones se viven con más intensidad, lo cual permitirá que su recuerdo sea más duradero.

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Los comentarios que sueltan entre canciones tampoco tienen desperdicio. “Pequeño animal” y “La mujer del espejo” de su primer disco, “Bajo control”, “Irresistible”, “Frascos vacíos” del segundo en perfecta armonía con “Me pone a cien”, “Camino”, “Cautivos”, en la que han introducido un cambio a lo Queen que la hace más marchosa… Cerraron con “Con la música a otra parte”, cuyo estilo alegre y coreable resulta ideal para dicho momento. El duelo de solos de la parte final fue recibido con infinidad de aplausos y vítores ―no hay que torear bien ni nada para llevarse una ovación así―.

Muestra de la relevancia que ha alcanzado la canción en poco tiempo es la inclusión de “Me va a faltar el aire” en el bis, con el ya antológico solo de guitarra de Carlos que en directo vuelve a erizar el vello sin compasión. Para el cierre definitivo la imprescindible “Traspasa mi piel”. Pasillo de ovación para la banda según bajaba del escenario.

Según van creciendo Dry River, los lugares en los que tocan parecen encoger. En Madrid no fue por el agua que había caído.

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