Vuelta a medias.
Por Carlos Bayón.
Vuelta a sonidos más rockeros del ex concursante de American Idol Chris Daughtry en su sexto disco tras un par de últimos trabajos más enfocados al pop electrónico de los que se salvaban muy poquitas cosas.
Por las declaraciones que he leído sobre este disco me ha dado a entender que el giro popero debió ser más por presiones de la compañía que por decisión propia ya que ahora que ha cambiado de compañía intenta retomar su lado más salvaje. Tampoco es que sea algo radical ya que, aunque el disco suena más rabioso, la producción y el sonido sigue estando, por decirlo de alguna manera, algo más contenido que en sus comienzos. Sigue habiendo todavía ciertos dejes pop pero por lo menos las guitarras vuelven a ser algo más pesadas sonando a ese post grunge que le hizo reconocible.
La verdad que el comienzo pausado y misterioso de “Desperation” puede echar un poco para atrás si de primeras habías leído que era una vuelta a los ritmos más duros. Algunos arreglos electrónicos y voces con efectos descolocan un poco al ser el tema inicial. Descoloque que se acaba en cuanto entra la batería, el teclado y la voz filtrada en “World On Fire” y ya se perciben, dentro de la comercialidad del tema, sonidos más pesados aunque todavía sigue estando presente una producción algo más dinámica y hecha para sonar comercial, lo que tampoco está nada mal si venimos de donde venimos. Daughtry nunca ha escondido esa comercialidad y esa búsqueda de sonidos más accesibles dentro de unas canciones de tesituras más duras.
Temas como “Heavy Is The Crown” y “Changes Are Coming” nos llevan a los buenos tiempos, tiempos de guitarras rabiosas y pesadas, cercanas al hard rock, donde entramos en terrenos más familiares y parecidos a discos como “Leave This Town” o “Break The Spell”. Temas perfectos para sonar en la radio construidas al detalle para hacerlas accesibles y comerciales y sobre todo perfectas para aquellos fans que añoren esas guitarras duras y los sonidos alternativos mezclados con pinceladas de buen hard rock.
Algo más tranquilas y cercanas a sonidos más electrónicos son, por un lado la que da nombre al disco, “Dearly Beloved”. Las guitarras son atronadoras pero los arreglos y algunos efectos, aunque no desentonan, cantan un poco en una canción en la que Chris demuestra que en este disco está cantando seguramente mejor que nunca. La otra canción es “Cry For Help”, que empieza casi susurrante con la acústica de colchón hasta que entra la batería. Es un tema tranquilo que se anima en el dulce estribillo y donde las guitarras son limpias envolviéndola en un aura de canción trascendente.
“Asylum” es una locura de canción donde las guitarras entran a saco para luego detenerse en un ritmo cabaretero con batería que parece ir a ritmo de marcha militar hasta que vuelven a coger fuerza y presencia las guitarras. Las voces dobladas, algunos coros y voces que suenan en algunos momentos, le dan a la canción un ambiente algo perverso. El pequeño solo en el que las guitarras y baterías se desbocan y un Daughtry a lo loco conforman una de las canciones más extrañas de toda su carrera. Aquí sí se nota la vuelta a sonidos más rockeros.
Lo mismo en la siguiente, “Evil”, que entra con solo voz y un colchón de piano, hasta un ritmo más pausado y unas guitarras algo más relajantes junto a una melodía vibrante y melancólica. Le lastran ciertos efectos de sonido y una sensación de que parece que no acaba de arrancar, pero es un buen tema.
“The Victim” es de las que más me recuerdan a sus primeros discos, dura e intensa, las guitarras suenan modernas y la canción es perfecta para hacerla sonar en directo.
Con “Somebody” volvemos a los ritmos más pop de la última etapa que se anima algo en el estribillo pero, en mi opinión, le falta algo de chispa. Es una canción que podría estar perfectamente en cualquier disco de gente como Miley Cirus, Hilary Duff o similares. Pop comercial, masticable, adaptable y para todos los públicos. No todo van a ser guitarras.
A partir de aquí sí que hay un cambio de tercio bastante evidente. Los temas se vuelven más tranquilos y reposados, como “Call You Mine”, donde apenas una guitarra acústica y la omnipresente y susurrante voz de Chris nos sumergen y transportan a un pop rock que sigue sonando auténtico y que no desentona en el resultado final.
“Lioness” empieza pausada y tranquila con una batería electrónica y más que cantarnos parece que nos esté contando una historia. La instrumentación se va incorporando tranquilamente según avanza la canción y mantiene el mismo tempo y cadencia. Puede que pase desapercibida al estar tan al final pero es de lo mejorcito del disco.
Para cerrar otro tema tranquilo, “Break Into My Heart”, dulce y suave balada a piano en la que la voz melodiosa de Chris prácticamente tiene que darlo todo para defender una canción completamente desnuda de todo tipo de arreglo o artificio. Buen tema para cerrar un disco con algunos altibajos.
Daughtry nos propone un viaje entre la melancolía y el dolor, las canciones suenan intensas como si pretendieran cambiar el mundo. No tengo ni idea de lo que hablan ni qué quiere decir con las letras, pero se nota un intento de transcender, de no dejar solo un puñado de canciones, sino de 50 minutos que pueden cambiar el ánimo de la gente que las escuche y que seguro que a más de uno les toque la fibra. También hay algo de liberación, de verse capaz de volver a ser importante y no verse tiempo después mirando atrás viendo que su aportación a la música, después de algunos discos interesantes, fueron unas canciones insípidas de pop precocinado. Aunque la vuelta al rock se quede un pelín a medias es un disco que merece la pena ser escuchado.
Se queda un poco a medio camino entre los dos mundos del pop y el rock pero es un brillante retorno. Es cierto que ha ido a lo seguro, a lo que mejor se le ha dado, no hay riesgo en la propuesta. Producción a medida, canciones con sus ganchos comerciales para que entren a la primera. Incluso el orden de las canciones parece hecho por un algoritmo, con las más rápidas y fuertes al principio y las más tranquilas al final. Podría haber arriesgado y de verdad tirar por los sonidos de sus comienzos, pero ha preferido tender un puente entre lo antiguo y lo nuevo y moverse entre aguas tranquilas. Desconozco por completo si los dos anteriores discos tuvieron éxito o no pero ha elegido mantener a sus nuevos fans de “Baptized” y “Cage To Rattle”, por si acaso no le va bien con este siempre puede volver a ellos.
Desconozco también si los discos anteriores tuvieron alguna repercusión en España, aunque dudo que haya ido más allá de los cuatro flipados que perseguimos cualquier cosa que suene con una melodía rockera y unas guitarras duras, ya que este sonido indie post grunge de gente como Shinedown, 3 Doors Down o Skillet ha pasado bastante desapercibido en nuestro país, igual que pasaron desapercibidos los primeros grupos de ese, llamado en su momento, Modern Rock de bandas como Tonic, Our Lady Peace o Lifehouse que triunfaron y mucho en EEUU con un sonido entre el rock alternativo y los sonidos mainstream. Pero creo que a este disco se le debería dar una oportunidad y después hacer el camino hacia atrás y descubrir de dónde provienen gran parte de estos sonidos, aunque ahora puedan sonar desfasados, hay bastantes tesoros por descubrir. Al igual que los que solo conozcan a Daughtry por sus últimos discos también tienen la oportunidad de ir a sus orígenes y llevarse una sorpresa muy agradable.
DAUGHTRY:
CHRIS DAUGHTRY: Voz, guitarra
BRANDON MACLIN: Batería
ELVIO FERNANDES: Teclados
JOSH PAUL: Bajo
JOSH STEELY: Guitarra
BRIAN CRADDOCK: Guitarra