Sin contemplaciones.
Por Carlos Bayón.
En estos últimos años estamos viendo nacer y crecer un sinfín de nuevas bandas que recuperan la esencia del rock más añejo, festivalero y ochentero, casi todos de países nórdicos y precisamente del norte de Europa y más concretamente de Suecia viene esta joven banda para presentarnos el que es ya su tercer disco.
Confess son del palo de otras muchas bandas como Pretty Wild o Crashdïet, rock directo, estribillos pegadizos y actitud chulesca para defender un estilo que por momentos, y debido a la sobreabundancia que como he dicho antes de grupos similares, al final hace que tengas que elegir muy bien entre todo lo que se nos ofrece y nos perdamos algunas bandas interesantes. Este no es el caso, no digo que es prescindible ni mucho menos, porque en mi opinión casi ningún disco por malo que sea es prescindible, pero en mi opinión no es de los discos que podamos estar escuchando día tras día y eso que es un álbum de escucha fácil, que entra bien pero no nos va a sorprender lo que nos encontremos dentro de este disco de amenazadora portada.
Con esto quiero decir que Confess no han inventado el fuego y no hacen nada que no hayamos escuchado anteriormente en infinidad de grupos de ahora y de antes, en ciertos momentos te pueden sonar a unos Skid Row época Sebastian Bach, como en las partes melódicas a los actuales H.E.A.T o incluso al “padre” o “abuelo” casi ya, de muchas de estas bandas Michael Monroe, tanto en solitario como con su banda Hanoi Rocks. Algún día si tengo tiempo tendría que ponerme a hacer la reseña de la maravilla que se ha marcado el Sr. Monroe en su último disco One Man Gang pero esa es otra cuestión. A lo que vamos, esa falta de originalidad la suplen con las enormes ganas de hacer un disco que no va a pasar para nada a la historia y que seguramente en unos meses habremos olvidado por cualquiera de las novedades que se nos vienen en estos meses, maldito coronavirus mediante.
El disco es cortito, apenas 38 minutos, así que se escucha de una sentada y apenas da tregua, ya desde la inicial “So What” que va directa a tu cabeza como un brutal golpe de martillo después de la extraña intro, rock duro sin excusas que te hace ya empezar a mover la cabeza al ritmo de unas guitarras abrumadoras que ya te indican por donde van a ir los tiros. La siguiente “Malleus” es ya un viaje a los 80 en el siglo XXI con otras guitarras que no dejan títere con cabeza y que salvando la producción mucho más moderna nos puede traer a la memoria el ritmo punk de “Piece of Me” o “Slave to the Grind” de Skid Row; la cosa se pone más melódica y actual con “Welcome Insanity” que aunque sigue sonando sleazy y potente tiene unos arreglos de teclado y la voz más melódica hacen que baje un poco el pistón, pero tampoco mucho no os creáis, aquí no se cogen prisioneros y son pocos los momentos que llaman al relax.
Las campanas que anuncian el ritmo cadencioso y las guitarras a lo Ozzy con Zakk Wylde nos mete de lleno en un tema medio rapeado, medio hardcore que incluso en el puente nos recordará a Faith No More pero que da pie a un estribillo súper pegadizo, es un tema bastante ecléctico que da idea de por donde se mueve el grupo dentro de su sonido sleazy rock duro.
En las dos siguientes canciones “Heresy” y la que da nombre al disco “Burn ‘Em All” vuelven a los sonidos más burros, la segunda un auténtico trallón que roza el heavy metal, guitarras veloces, dobles voces, vamos, lo que harían Judas Priest si se fusionaran con los Guns N’ Roses.
Para contrarrestar tanta brutalidad el primer y único tema que podríamos denominar tranquilo, el bonito medio tiempo “Is It Love”, canción tranquila típica que puede recordar a los H.E.A.T más blanditos, tema pintón que no desentona y que no molesta ni queda mal después de tanto rock n’ roll, resultón sin más con unos bonitos coros y arreglos de teclados que en el solo se endurece un poco más pero que no te dice nada, hiperescuchado pero no todo tenían que ser temas duros.
Después de este impasse volvemos al rock con “My Vicious Way” con una bonita parte más melódica en la mitad de la canción que sirve de interludio a las partes más rockeras.
La veloz y punkarra “509” entra a saco pero no deja de ser la típica canción movida que ni fu ni fa, punkie a secas, para mí, puro relleno, pero seguro que habrá gente a la que estas canciones desenfadadas les encante.
Lo mismo que la siguiente “Prominence”, sleazy ochentero 100% con un buen estribillo pero que también suena a muy oído, mezcla de hard rock melódico que no desentona pero que te deja frío, todo lo contario que la canción que cierra el disco, “One For The Road”, que con esa guitarra épica e hímnica inicial nos adentra en un tema estupendo para cerrar el disco con muy buen sabor de boca y un estribillo pegadizo, la verdad que se habían guardado lo mejor para el final.
Buen grupo a descubrir, para mi totalmente desconocido y al que tendré que echarle un oído a sus dos anteriores discos para ver por dónde iban los tiros.
No busquéis aquí la nueva maravilla ni el disco del año, es un disco resultón con una mezcla homogénea de hard sleazy ochentero con una producción más actual pero que en ningún momento aburren o cansan. Que el disco sea corto también ayuda lo suyo, les falta quizá un sonido más personal después de tres discos pero si consiguen que te mantengan 40 minutos pegados a tu equipo de música yo creo que cumplen perfectamente con la función que tiene que tener la música que es sobre todo entretener y hacerte pasar un buen rato, y eso ahora con estos tiempos de internamiento obligado creo que lo cumplen y con creces. Quizá como digo en estos tiempos es momento de refugiarnos en la música que puede a veces hacer el milagro de olvidarnos de toda esta mierda por la que estamos pasando.
CONFESS:
JOHN ELLIOT: Voz
BLOMMAN: Guitarra
PONTO: Guitarra
LUDWIG: Bajo
SAM SAMAEL: Batería
